Las partículas en suspensión se derivan del desgaste de los frenos y de los neumáticos, así como del contacto con el asfalto, según un estudio.
Que los vehículos movidos por energías limpias protegen el medio ambiente y la salud es algo que está de fuera de toda duda.
Sin embargo, esto no quiere decir que estos coches no emitan partículas contaminantes. De hecho, según publica la prensa británica, un estudio de la Universidad de Edimburgo (Escocia) revela que generan tantas partículas en suspensión como los automóviles con motor de combustión.
Según los expertos, esto ocurre porque una gran parte de las partículas que liberan los coches no se deben a la combustión interna, sino que el 90% de las partículas PM10 (con diámetro inferior o igual a diez micras) y el 85% de las partículas PM2,5 (inferiores a 2,5 micras) se generan por el desgaste de los frenos, el desgaste de los neumáticos y por el propio contacto de las cubiertas con la calzada.
El motivo, tal y como señala el estudio (que se suma a otros realizados previamente, como el de la Comisión Europea), no es otro que el propio volumen de los coches, pues a mayor peso, más partículas de este tipo se generan.
Y precisamente, este es el caso de los automóviles eléctricos, cuyo peso se incrementa hasta el 24% más que coches convenciones, debido a la necesidad de incorporar baterías pesadas.
Además, las partículas derivadas del desgaste de los neumáticos, los frenos y el contacto con el asfalto son tanto o más dañinas que las derivadas de la combustión, pues incluyen metales como el zinc, el plomo, el cadmio o el bario, tal y como apunta un informe de la Unión Europea.
Hemos comprobado que las partículas en suspensión generadas por los frenos, los neumáticos y el contacto con el suelo son más elevadas que las que emiten los vehículos de combustión, afirma Peter Achten, director del estudio.
Estas partículas son más tóxicas, por lo que resultan clave en el incremento de enfermedades cardiacas, infartos y problemas respiratorios, añade.